O raspera, en manchego y
prácticamente extinguido, rescoldina leve pero constante y cansina en la punta
del garganchón, entre la faringe y la cabeza del esófago, que ni duele, ni
quema, ni pica, ni escuece, pero jode. Propia de los platos típicos más soñados
por los tragaldabas del terruño (y fuera de él).
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